martes, 28 de febrero de 2017

El destino ha hablado: Si antes lo dudaba, ahora lo corroboro.

48 horas y media, y no has tenido ni 5 minutos para verme, y eso que me dijiste que tenías todo el tiempo del mundo. "Donde no hay hechos, las palabras tienen alas". Esa ha sido la conclusión a la que he llegado después de una conversación. Otra vez siento que me has vacilado lo más grande... Cuando yo me he plantado aquí e incluso he puesto de mi parte cuando dije que quería que las cosas fluyeran... Pero tu pasividad ha ganado, y yo... Bueno, yo estoy cansada. 


De nada me vale leer (porque escuchar, no lo he escuchado) que en el pasado hubiera sido diferente cuando en el presente todo sigue igual. Sigues igual. Mostrar interés por alguien no significa arrastrarse. Y si hay falta de interés... Hay falta de todo, hay nada. 


No puedo creerte cuando tus palabras van en contra de los hechos. Es una contradicción en forma de jeroglífico que no puedo descifrar. Y no entiendo nada. Cuando estoy lejos es "H" y cuando estoy cerca es "B". 


No sé, ponte por un momento en mi piel y léete, a ver cómo te sienta, a ver qué se te puede pasar por la cabeza. Lógicamente, tu falta de empatía no te permitiría ver más allá de tus narices. Me sorprendería si no fuera así. Pero hazme caso y léete, después dime qué harías tú. 


He hecho el imbécil, como siempre. ¿Para eso querías que lo que te he contado hace poco te lo contara hace meses? ¿Para qué? ¿Para que estuviera ahí "por si las moscas"? ¿O cómo va todo esto? Otra vez soy la segunda opción, el segundo plato para todo lo que haces, el Plan B, C o D, porque yo no sé cuales son tus planes.


Ojalá jamás te sientas como yo me siento ahora mismo. Hemos removido la mierda del pasado solo para hacerme sentir como ya me había sentido muchas veces. Ya lo tenía olvidado y supongo que donde hubo fuego, cenizas quedan. Esta vez me lo he creído tanto que parece de broma. Pero sin querer o queriendo, has vertido agua sobre lo que quedaba encendido. Supongo que te tendría que conocer otra vez, quizá en otra vida para poder creerme las cosas que me dices. 


Y hoy ya no escribes, me imagino que para qué, si ya te dije dos o tres veces que iba hoy. Ya no tendría sentido, ni siquiera una disculpa por no haber pod(quer)ido. Pero no puedo esperar de ti que tú hagas lo mismo que yo haría. 


 Esta idiota se va con una decepción más en la maleta. 

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