jueves, 12 de octubre de 2017

Cambios: Tiempo y música como terapia.

Serena. Metas que alcanzar, sueños por cumplir y vacíos que llenar. No sé realmente de lo que quiero hablar teniendo tantas cosas que decir. Hace tiempo que no empleo mi sátira, será porque todo ha cambiado.

Estamos hechos para aprender, por eso la vida nos va dando lecciones, las cuales, si no las aprendemos, nos las vuelve a poner en el camino. Algunos lo llaman "patrones de conducta" y y yo decidí cambiar los míos. Y aún así, sigue apareciendo ese "déjà vu" constante. Antes me lo hubiera tomado de otra manera, ahora simplemente he aprendido a dejarlo ir. Ya no me complico, ni me torturo, ni siquiera me cuestiono. Porque soy quién soy y lucho por quien quiero llegar a ser. Una vez mi abuela le dijo a mi madre: "De todos mis nietos, Désirée es la que tiene el corazón más grande". Hoy entiendo que me enseñó a coser para poder recomponerlo cada vez que me lo han hecho añicos. Por eso lucho día a día por ser mejor persona, para que ese comentario sea una verdad absoluta.

A día de hoy no me vale con intentar las cosas. Tengo que hacerlas y si no quiero seguir adelante con ellas, las aparto, les dejo espacio a las cosas nuevas que van llegando. No me complico. Complicarse solo sirve para perder el tiempo, y es como cuando cruzo por un paso de peatones sin semáforo, digo que "son gratis", porque apenas hacen esperar, no hacen que pierda el tiempo, porque el tiempo es oro y es de lo más valioso que tenemos los humanos.

A veces miro atrás para darme cuenta de lo que tengo delante. Pero "un delante" que se resume en un "aquí y ahora". El pasado solo me recuerda lo valiente que puedo llegar a ser y la mujer en la que me he convertido. Hace tiempo pensaba que me dañaría mil veces antes de herir a nadie. Hoy pienso que la primera persona a la que no volveré a hacer daño seré yo. Soy muy honesta con todo el mundo, pero también he aprendido a serlo conmigo misma. A veces me salto ese hecho haciéndome la tonta (viendo de antemano lo que va a pasar o lo que está pasando y permitir que pase), pero no significa que lo sea. Observo muy bien a las personas y aunque no diga nada, me doy cuenta de todo, de cada gesto, cada palabra, mirada, esbozo de sonrisa, emoción, mueca... Sé cuál es el subtexto de cada cosa... Percibo donde puede haber bondad y donde puede haber maldad. Quizá por eso valoro tanto que las personas sean honestas conmigo, porque prefiero una verdad a tiempo, que una mentira o una verdad a medias (u oculta) que yo tenga que descubrir. Pretendo rodearme de gente con alta calidad humana, por eso, a veces, se agradece que quien no aporte desaparezca.

Tras todo lo vivido, cada golpe, caída, flecha directa al alma o incluso fracaso, he sabido descifrar con el tiempo la lección que debí aprender. He hecho de la adversidad un gran maestro que ha sabido enseñarme lo más crudo y lo más cocinado de esta vida. Antes no le hubiera deseado a nadie que se pusiera en mis zapatos y mi piel, ahora os lo recomiendo, quizá para entenderme o quizá, más que nada, para que veáis que hago lo mejor que se puede llegar a hacer, VIVIR.

Soy la persona más fuerte que conozco. Soy una superviviente y seguiré sobreviviendo.

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